Publicado y traducido por la firma Winter – Dávila & Associés
París, 6 de octubre de 2025.
El fútbol femenino está viviendo una ascensión fulgurante. Durante mucho tiempo considerado marginal dentro de la industria del deporte, hoy se impone como un mercado de primer orden. Pero este crecimiento, aunque abre perspectivas inéditas, también viene acompañado de desafíos jurídicos y contractuales que jugadoras, entrenadores y clubes deben anticipar.
Un crecimiento espectacular, pero aún frágil
Según el último informe de Deloitte (marzo de 2025), los ingresos mundiales del deporte femenino de élite deberían superar los 2.350 millones de dólares este año, frente a 1.880 millones en 2024. En cuatro años, el incremento se estima en casi un 240 %, impulsado principalmente por el fútbol y el baloncesto. En Inglaterra, la Women’s Super League ilustra esta dinámica: sus clubes generaron 65 millones de libras en 2023/24, un aumento del 34 % en un solo año, y por primera vez, cada club superó el millón en ingresos. Tras la Eurocopa 2025, estas cifras podrían alcanzar la marca de 100 millones en dos temporadas.
Sin embargo, el equilibrio sigue siendo precario. Un reciente informe de la FIFA señala que el salario bruto medio de una futbolista profesional a nivel mundial ronda los 10.900 dólares anuales, con grandes disparidades según los países y ligas. Detrás de los estadios llenos y del entusiasmo mediático, el modelo económico sigue siendo desigual y expone a algunas jugadoras a una inseguridad profesional aún marcada.
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Las nuevas protecciones impuestas por la FIFA
Desde el 1 de junio de 2024, la FIFA ha reforzado su Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores (RSTP), extendiendo a las futbolistas —y ahora también a los entrenadores— una serie de derechos vinculados a la parentalidad y la salud. Entre ellos: 14 semanas de baja por maternidad remuneradas, 8 semanas por adopción, reconocimiento de derechos para madres no biológicas, y consideración de trastornos menstruales severos. Estas medidas, inéditas en la historia del fútbol, reflejan la voluntad de acercar el deporte femenino a estándares sociales esenciales.
Estas evoluciones obligan a actualizar los contratos laborales. Los clubes y federaciones deben integrar cláusulas precisas sobre el inicio de estas licencias, el mantenimiento del salario, la organización del regreso al juego y la posibilidad de inscribir a una sustituta fuera del periodo de mercado. En caso contrario, el riesgo de litigio —tanto ante tribunales laborales como ante instancias deportivas— es real.

Foto: pixabay.com
Traspasos y formación: el impacto del FIFA Clearing House
Otra novedad es la implementación del FIFA Clearing House, que centraliza y garantiza el pago de indemnizaciones por formación y solidaridad. Hasta ahora centrado en el fútbol masculino, el sistema ya es operativo también para los traspasos femeninos: en 2024 se distribuyeron más de 270.000 dólares en este marco. Para los clubes formadores, la documentación precisa de la trayectoria de las jugadoras se vuelve estratégica. Para los agentes, representa una herramienta de negociación para incluir primas y cláusulas de reventa.
Datos de rendimiento y RGPD: una vigilancia reforzada
El auge del fútbol femenino va acompañado de una recopilación creciente de datos biométricos y de rendimiento. En Francia, la CNIL ha recordado que esta información, a veces relacionada con la salud, está sujeta al régimen reforzado del RGPD. Los clubes y proveedores deben firmar contratos de tratamiento conformes, limitar el acceso a los datos médicos al personal autorizado y prever su portabilidad en caso de transferencia. Por su parte, la UEFA ha publicado una “Concussion Charter” (Carta de conmociones) que obliga a clubes y selecciones a retirar inmediatamente del juego a cualquier jugadora en caso de sospecha de conmoción cerebral.
¿Qué enseñanzas para las jugadoras, entrenadores y clubes?
Para las jugadoras, el reto es asegurar su carrera mediante contratos mejor redactados, que integren los nuevos derechos sociales y aclaren el uso de sus datos personales.
Para los entrenadores, se trata de aprovechar las reformas del RSTP, que les garantizan protecciones inéditas.
Para los clubes, la profesionalización no debe limitarse al terreno de juego: invertir en la conformidad jurídica y contractual es ahora una condición esencial para transformar el entusiasmo actual en un modelo sostenible.
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Conclusión
La trayectoria del fútbol femenino es clara: su valor deportivo, económico y mediático está en plena expansión. Pero sin un marco contractual sólido, conforme a las nuevas normas de la FIFA y a las exigencias europeas en materia de datos y salud, este crecimiento podría enfrentarse a obstáculos jurídicos importantes. Más que nunca, el Derecho se convierte en un instrumento de desarrollo sostenible, garantizando a jugadoras, entrenadores y clubes que el auge actual no sea una burbuja, sino una base sólida para el futuro.
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